Durante 25 años cientos de catequistas laicos evangelizaron las áreas rurales del territorio nuer (Sudán del Sur) sin contar con el apoyo de misioneros o ninguna institución eclesial. Fundaron cientos de comunidades católicas autosuficientes, ministeriales y misioneras. Desafiaron muchos obstáculos en su empeño misionero: 1. El territorio nuer es muy extenso y pantanoso a pesar de eso la gran mayoría de los viajes misioneros los hicieron caminando. 2. La guerra los ponía en un peligro continuo, de hecho nuestra parroquia cuenta con 16 catequistas mártires: 6 durante la guerra de independencia (1983-2005), 10 durante la primera guerra civil de Sudán del Sur (2013-2018), también dos líderes de los jóvenes y un seminarista. 3. Algunos experimentaron encarcelamiento porque el territorio nuer era considerado una “zona protestante” y ellos estaban invadiendo su región predicando una religión diferente. Durante la colonia los ingleses dividieron Sudán en “esferas-zonas religiosas” por eso una religión o iglesia no podía realizar ninguna actividad en el área de otra. 4. La carencia de medios y recursos para la evangelización debido a la pobreza del pueblo nuer causada por la guerra y la ausencia de instituciones eclesiales para apoyar su labor misionera.
Utilizaron dos métodos muy simples pero efectivos. Los catequistas hacían continuos viajes misioneros. Cuando llegaban a un poblado alguna familia los hospedaba. La hospitalidad es un gran valor en la cultura nuer. Ellos comenzaban a predicar en la casa donde eran recibidos y en lugares públicos, poco a poco gente se unía a ellos. Entonces formaban su catecumenado, a este grupo le daban una formación más formal. Los domingos celebraban la liturgia de la Palabra bajo un árbol, muchos curiosos iban a ver, después de varios domingos se unían al catecumenado. Otro método consistía en elegir una familia misionera y enviarla a vivir a otro poblado donde no se había establecido la Iglesia. Al llegar al lugar la familia misionera comenzaba a rezar el rosario todos los días en su casa, los domingos hacían la liturgia de la Palabra, después de la celebración recorrían el pueblo vestidos con sus uniformes, portando su banderas católicas, tocando sus tambores y cantando cantos católicos. La gente intrigada les preguntaba porque actuaban de manera diferente del resto del pueblo nuer. Como respuesta les hablaban de su fe católica y como Jesús transformó sus vidas. Cuando contaban con un buen número de catecúmenos llamaban a un catequista itinerante que su ministerio era enseñar y organizar la nueva iglesia-comunidad.
Cuando los catecúmenos estaban listos para el bautismo llamaban a un catequista que tenía el ministerio de bautizar. A su llegada organizaba una visita a las casas de los catecúmenos para identificar y quemar los artículos de la antigua religión, como una muestra de su conversión. En una celebración solemne de la Palabra de Dios los nuevos católicos eran bautizados. Catequistas y católicos de otras comunidades venían para estar en la celebración y hacer fiesta por la nueva comunidad que había nacido.
Después elegían, de entre los nuevos bautizados, a los ministros para los ministerios necesarios con el fin de fortalecer y hacer crecer la nueva comunidad. Elegían: un catequista para continuar enseñando la fe católica, otro catequista que lo apoyara en su labor; otro catequista-maestro para que enseñara nuer y la gente pudiera leer y escribir en su lengua con el fin de que pudieran leer la Biblia; líderes para los jóvenes: grupos de jóvenes, canto litúrgico y danza litúrgica, líderes para las mujeres: legión de María y algunos catequistas para ser misioneros itinerantes y un par de familias misioneras. Se elegían también algunas familias para el ministerio de la hospitalidad y formaban un comité para la construcción de su templo.
Crearon comunidades ministeriales y ministerios para que las comunidades se desarrollaran y fortalecieran. Comunidades misioneras que desde su nacimiento enviaban a otras comunidades misioneros itinerantes y algunas familias misioneras. Comunidades autosuficientes ya que toda la actividad misionera la financiaban con sus propios recursos: enviar misioneros, comenzar comunidades y fortalecerlas, construir templos e instalaciones necesarias para el trabajo pastoral, el apoyo a sus catequistas, la atención de los huéspedes, tambores, uniformes, banderas, escuelas para enseñar a la gente a leer y escribir en nuer, etc. Los catequistas formaron comunidades con una clara identidad católica: siempre oraban a Dios por el Papa y para pedirle que enviara misioneros ya que la Iglesia Católica no estaba completa sin la eucaristía.
Cuando el primer grupo de la familia comboniana llegó a Leer, el centro de todas las operaciones misioneras de los catequistas, para establecer una presencia misionera, quedaron profundamente sorprendidos de lo que encontraron, de la labor misionera hecha por los catequistas que impulsados por la fuerza del Espíritu habían creado toda una Iglesia local autosuficiente, ministerial y misionera. Comprendieron, sin lugar a dudas, que el Espíritu Santo estaba obrado maravillas a través de los catequistas y sería un gran error ignorar todo lo que habían encontrado. Entendieron que el pueblo nuer es inteligente, creativo, entusiasta, celoso de su deber, capaz de dirigir la Iglesia por ellos mismos y de enviar misioneros.
Ante esta realidad los misioneros optaron como metodología: acompañar a los líderes laicos y darles formación para que ellos continuaran siendo los protagonistas de su propia evangelización y seguir promoviendo las comunidades autosuficientes, ministeriales y misioneras. Además eligieron caminar con la gente a su ritmo, velocidad e idiosincrasia. Como estilo de vida adoptaron uno simple, cercano al de la gente, utilizando medios sencillos para la labor misionera y como los catequistas, recorrer todo el territorio de la parroquia a pie, caminado como lo hicieron y siguen haciendo los catequistas.
Preguntas para la reflexión personal y comunitaria
¿Qué ha suscitado en tu interior este testimonio? ¿Por qué?
¿Qué reacción ha provocado en ti? ¿Por qué?
¿Qué nos dice a nosotros como comunidad?
Para profundizar
La evangelización es fundamental para la Iglesia como el agua para el cuerpo humano. No es verdadera Iglesia si no evangeliza, de ahí la urgencia de san Pablo: “¡Ay de mi si no evangelizo!” (1 Cor 9, 16). “La evangelización no es una mera función”, señaló Papa Francisco (Homilia 09/09/2016), es más bien su identidad propia, es una Iglesia en movimiento, en salida misionera evangelizadora: “La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan” (Alegría del Evangelio 24). Por ende, la diócesis es una comunidad formada por comunidades evangelizadas y evangelizadoras (cf. Documento de Puebla 647).
La misión evangelizadora de la Iglesia se desarrolla de manera general en dos dimensiones generales de las cuales derivan toda una gran diversidad de ministerios: 1. La proclamación profética de la alegre noticia de la salvación en Jesucristo que transforma a las personas para que vivan una vida plena. “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (Alegría del Evangelio 1). 2. La denuncia profética de todo aquello que oprime, esclaviza y denigra al ser humano con el fin de construir un mundo mejor donde todos los seres humanos puedan vivir con la dignidad de hijos e hijas de Dios.
La labor evangelizadora se lleva a cabo a través de una gran diversidad de ministerios suscitados por el Espíritu de acuerdo con la realidad y las necesidades particulares de la diócesis, la parroquia, el movimiento o servicio eclesial, o el enfoque pastoral. Por esta razón el discernimiento es un elemento fundamental de la evangelización para leer los signos de los tiempos y comprender qué tipo de pastoral de ministerios son relevantes y útiles para un tiempo y lugar específicos (cf. Rom 12, 3-8).
El testimonio de los catequistas nuer de la parroquia de San José Obrero de la Diócesis de Malakal de Sudán del Sur nos ilustra y nos da una enseñanza: el discernimiento es fundamental para la evangelización. Ellos hicieron decisiones pastorales basadas en su discernimiento, por ejemplo: pensaron que tres ministerios eran esenciales para su labor misionera: Primero, que los catequistas itinerantes y, segundo, las familias misioneras cuyo ministerio era el anuncio del kerygma eran fundamentales para suscitar conversiones y dar nacimiento a nuevas comunidades. Ministerios muy importantes entre un pueblo que no ha escuchado el Evangelio y no conoce a Jesús. El tercero, los catequistas maestros cuyo ministerio era alfabetizar a la comunidad católica para que supieran leer y escribir en la lengua nuer y, de esta manera, pudieran entrar en contacto directo con la Biblia y también que hubiera más personas que pudieran ser catequistas con la capacidad de leer, meditar y predicar al Palabra de Dios. Este era un ministerio esencial con el fin de proveer al pueblo de las herramientas necesarias para seguir creciendo en la fe a través de la lectura y meditación de la Palara de Dios y también para asegurar que más personas pudieran convertirse en evangelizadores, con ministerios diversos: catequistas itinerantes, catequistas maestros de la fe, catequistas-maestros de la lengua nuer, catequistas auxiliares, líderes de los coros, o directores del coro, etc. Todos estos ministerios requerían de una persona que supiera leer y escribir en la lengua nativa.
El Concilio de Jerusalén (Hechos 15, 1-35) nos muestra que el discernimiento ha sido siempre una manera de ser Iglesia y de evangelizar, aún desde los inicios. En cada situación y contexto es necesario crear los medios y momentos para este discernimiento, los más comunes son: Asamblea Diocesana, Asamblea Parroquial, Reunión del Consejo de Pastoral, reuniones de grupos que comparten ministerios comunes, reuniones de grupos particulares, etc. “A cada cual se le da la manifestación del Espíritu para el bien común… Todo esto lo lleva a cabo el único y mismo Espíritu, repartiendo a cada uno los dones como quiere” (1 Cor 12, 7.11).
Para profundizar más
- Papa Francisco (2013), La alegría del Evangelio, Roma, Editorial Vaticana, números: 20-24.111-134.
- CELAM (2007), Aparecida Documento Conclusivo, Bogotá, Ediciones Paulinas, números: 143-153.184-224.
Ambos documentos se pueden encontrar en internet.
- F. González Galarza (2002), Con la fuerza del Espíritu Santo. La maravillosa historia del inicio de la Iglesia y la evangelización del pueblo nuer de Sudán, Ciudad de México, Ediciones Combonianas. Traducción al inglés: F. GatKuoth González G., (2016) An Amazing Story. The beginning of the evangelisation and the Catholic Church among the rural Western Nuer. Nairobi. Fundazione Nigrizia Onlus.
1 Corintios 12:1.4-11. Los dones del Espíritu
En cuanto a los dones espirituales, hermanos, quiero que entiendan bien este asunto. Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu. Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.
A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás. A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas. Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.
Sugerencias para la oración personal
Hay diversidad de ministerios:
• La fuente es la misma: El Espíritu Santo,
• Cada bautizado ha recibido uno o varios dones,
• ¿Conoces todos los dones que has recibido? ¿De qué manera los estás utilizando?
• ¿Conoces los dones que los otros han recibido? ¿De qué manera los están utilizando?
• Todos los talentos sin iguales en dignidad porque todos son servicios, ningún don es mayor que otro,
• Son complementarios para apoyarse unos a otros como las diversas partes del cuerpo.
• La Iglesia es una pero los ministerios eclesiales son muchos y diversos,
• No nos pertenecen ni son para un beneficio personal,
• Todos son para el bien común y para el servicio del pueblo de Dios,
• Son para utilizarlos en la misión evangelizadora de la Iglesia,
• Al final Jesús nos pedirá cuenta de los talentos recibidos (Mt 25, 14-30).
Reflexión comunitaria
1. En un momento de oración comunitaria compartimos los frutos de nuestra oración personal con el fin de enriquecernos mutuamente.
2. Puntos para la reflexión común:
• ¿De qué manera podemos ayudarnos mutuamente para descubrir o comprender los dones y ministerios que cada miembro de la comunidad ha recibido?
• ¿Qué espacios de discernimiento comunitario podemos utilizar (crear) reflexionar sobre la mejor manera de poner estos talentos al servicio del bien común, del reino, del pueblo de Dios?
• Con los dones particulares que hemos recibido, ¿cómo podemos ser parte de un proyecto pastoral /evangelizador diocesano, parroquial, comunitario?
• Con nuestro carisma comboniano y los dones y ministerios que de este se derivan, ¿cómo podemos participar en un proyecto evangelizador diocesano, provincial?
• ¿Cuál es nuestro compromiso concreto realista que podemos poner en práctica?
Sugerencias para la celebración eucarística
1. Oración eucarística V/c. Jesús modelo de caridad, buen samaritano.
2. En algún lugar del templo se prepara un lugar con símbolos del Espíritu Santo, bautismales y de objetos utilizados en la evangelización.
3. Cada persona presente un símbolo que represente los ministerios que realiza.