Los pasos dados por el Papa Francisco han desafiado a la comunidad internacional con repercusiones significativas tanto en los medios de comunicación como en la reflexión. Con él fuimos testigos de una verdadero cambio de paradigma hacia el Islam: ya no y/o solo conocerlo, más bien, refiriéndonos a la humanidad común, para colaborar juntos por el bien de todos.
Me parece que la Iglesia Católica ha dado pasos muy significativos en el camino del diálogo interreligioso, fortaleciendo una colaboración con actores no cristianos con los que se han desarrollado relaciones amistosas, de conocimiento mutuo inimaginable hasta hace unos años. Lo llamativo es que esta actitud no se limita a los salones dorados del Vaticano o Al Azhar, sino que se está implementando en diferentes países.
Detrás de todo este empeño hay un vasto y quizás desconocido mundo formado por personas, situaciones, reflexiones, oración que nunca se ha declarado derrotado ante el odio, la intolerancia, la separación, pero que con paciencia, valentía y fe ha seguido obstinadamente el camino del diálogo con quienes profesan una fe diferente a la mía. El requisito para iniciar un diálogo auténtico es el deseo de buscar la Verdad juntos y esto ciertamente requiere confianza mutua, fuerza de voluntad y fe.
Si nos fijamos en lo que vivimos y proponemos los Misioneros Combonianos en algunos países donde el Islam es mayoritario, me parece que referirse a Chad nos permite entender que el diálogo interreligioso es un camino lleno de obstáculos, pero también de situaciones hermosas y sencillas, donde en la Tienda de Abraham, en Yamena y en el Foyer des jeunes en la parroquia de Abeche estos ideales se asumen y se viven en una práctica cotidiana de confrontarnos, tratando de ir más allá y superar esos prejuicios mutuos que bloquean la comunicación fraterna en vista del bien común. Tratamos de responder a la invitación al diálogo desde los jóvenes.
En cuanto al diálogo interreligioso, es por su naturaleza una apertura con simpatía hacia el otro, con una mirada acogedora a la persona que lleva ideas, valores, fe diferente a la mía. Las dos religiones reveladas juegan un papel fundamental en la formación de una humanidad renovada y el diálogo se convierte en la clave para hacer realidad los principios discutidos. El requisito para iniciar un diálogo auténtico es el deseo de buscar la Verdad juntos y esto ciertamente requiere confianza mutua, fuerza de voluntad y fe. Monseñor Henry Coudray, Vicario Apostólico de Mongo, a la pregunta «¿cómo pueden vivir juntos Crsitians y musulmanes?» ofrece cinco puntos para la práctica del diálogo en el difícil contexto del Chad contemporáneo y, más en general, en referencia a esa tensión hacia la fraternidad común entre los creyentes que encontramos en el magisterio del Papa Frrancesco: conocerse; tener una perspectiva positiva hacia el otro; estimularnos y colaborar entre sí para hacer el bien; visitarnos en las diversas ocasiones de la vida cotidiana, en primer lugar, en las grandes fiestas de las dos comunidades de creyentes.
Es necesario señalar que hemos sido testigos, gracias al magisterio de Francisco, de un cambio de paradigma de época sobre la comprensión del diálogo intereligioso entendido como un camino hacia la fraternidad humana, porque ya no se trata solo de reconocer al Islam como interlocutor, sino de asumir un camino común exigente y sincero para el bien de todos nosotros.
La referencia es «Fraternidad humana», no es un simple documento firmado por personalidades religiosas de alto valor moral: es un parteaguas que nos llama a vivir esta humanidad aquí y ahora: el deseo de unidad y fraternidad, el deseo de vivir juntos son la base para crear una nueva humanidad, superando divisiones, guerras y sufrimientos.
Con su encíclica Fratelli tutti, Francisco parece casi convocar a toda la humanidad, porque somos en esta tierra un don de Dios, porque, aunque escribimos el nombre del Creador de manera diferente, los lazos de fraternidad son más, verdaderos y más fuertes que las dinámicas destructivas que están en acción.
Un lugar donde intentamos vivir todo esto, es en Yamena, en los espacios, en el patio de la Tienda de Abraham, gracias a la interacción cotidiana entre jóvenes chadianos – cristianos y musulmanes – con días dedicados al compartir y la formación.
Es un lugar, un patio, espacios, donde, gracias a la interacción cotidiana entre jóvenes chadianos -cristianos y musulmanes – parece posible esa contribución a la construcción de un mundo más justo, hermoso porque se ponen en práctica los valores de paz, verdad, justicia, dignidad aunque las circunstancias sean muy duras. Este sentimiento común es la esperanza, la fuerza, la alegría de testimoniar la necesidad, la belleza del encuentro, del diálogo, de la fraternidad. Es esta visión positiva y crítica del otro la que desafía la composición multirreligiosa de Chad, donde los prejuicios, volviéndose sobre uno mismo , permaneciendo cerrados a las solicitudes positivas de atención, a menudo impiden o dificultan ese camino de fraternidad mencionado anteriormente.
Todo esto se promueve y se nutre, por ejemplo, a través de actividades como el «Campo de Diálogo»: tres días en los que expertos y ponentes se reúnen con los jóvenes cristianos y musulmanes de Yamena. Otros momentos importantes son la «Semana Cultural», donde se presentan las actividades anuales como cursos de formación y conferencias para jóvenes, y el «Día de la Convivencia», un momento importante a nivel nacional al que se le da una fuerte impronta multicultural. Estar juntos, el conocimiento mutuo y la participación activa en la formación permiten crear cohesión y fraternidad.
Más allá de la actividad específica llevada a cabo en la Tienda de Abraham, tratamos de crear conciencia a través de cursos de capacitación sobre el diálogo intereligioso y el Islam de las comunidades cristianas locales en las diversas áreas del país. Es un compromiso educativo y formativo que debe llevarse a cabo con paciencia, aunque –somos muy conscientes de ello– el peso de la historia, de las experiencias negativas pasadas y, por desgracia, incluso más recientes, genera un doloroso bloqueo psicológico/cognitivo hacia el Islam, a pesar de las proclamadas pretensiones de lo contrario.
No nos desanimamos, confiados como estamos en que el Espíritu sopla y renueva personas y relaciones que así se vuelven verdaderamente más fraternas.