Secretariado General de la Misión

Del 22 al 26 de abril tuvo lugar en Roma la Asamblea General de Animación Misionera, con la participación de responsables del sector (de 21 circunscripciones), referentes continentales y observadores de la Familia Comboniana.

Reconociendo los cambios de época que se están produciendo, el XIX Capítulo General había dado el mandato de realizar una evaluación de la Animación Misionera (CA ’22, 32). Esta asamblea, por lo tanto, fue una oportunidad para hacer esta evaluación y reflexionar juntos sobre el presente y el futuro de la Animación Misionera (AM) con una mirada marcada por la esperanza, conscientes de que no sirve de nada quejarse de lo que no funciona o ya no es practicable, sino que es necesario reconocer tanto lo que es efectivo como los caminos emergentes para una AM guiada por el Espíritu del Señor.

Estos son los objetivos específicos de la Asamblea:

  • hacer un balance de la Animación Misionera del Instituto;
  • repensar y tener una visión de la AM en el contexto de los profundos cambios de época que se están produciendo;
  • revitalizar la AM a través de propuestas concretas y adaptadas a los tiempos;
  • iniciar caminos continentales de colaboración en AM.

Mirar al futuro con esperanza

De la fotografía de AM en el Instituto se desprende que la situación, lejos de ser homogénea, es muy variada según el contexto. En términos generales, existen tendencias características a nivel continental.

En Europa, desde hace algún tiempo, se está llevando a cabo un proceso de actualización que integra la AM y la evangelización, superando el paradigma geográfico de la misión, en el que la AM era vista principalmente como un apoyo a la misión en el extranjero. Esto no significa abandonar las actividades que han caracterizado este servicio en el pasado, sino desarrollarlas según una perspectiva más amplia y actual, en la estela de la colaboración entre las Iglesias esbozada por el Concilio Vaticano II.

En América-Asia, históricamente la evangelización y la AM han estado presentes simultáneamente y, por lo tanto, hay menos dificultad para interpretar la AM según un modelo integrado.

En África, en cambio, aunque existen algunas experiencias bien establecidas de AM, este es un campo que aún no se ha desarrollado y cuenta con un gran potencial sin explotar.

Los desafíos actuales de la AM dependen principalmente de los cambios de época en curso que afectan tanto a las realidades socioculturales como a las eclesiales. Así, por ejemplo, tanto el crecimiento de las Iglesias jóvenes en el Sur del planeta como la disminución en el Norte tienen un impacto en la AM, aunque en la dirección opuesta. Al cambiar la fisonomía y la dinámica eclesial, la AM de las Iglesias locales debe cambiar también para reposicionarse en los nuevos contextos que se están creando. La tentación podría ser dejarse perturbar por los cambios, ya que, por ejemplo, en las circunscripciones del Norte hay una disminución significativa de vocaciones, de bienhechores y de una presencia significativa en el territorio, mientras que, en las del Sur, se experimentan considerables dificultades para implicar la participación de las comunidades cristianas -y de las Iglesias locales en general- en la misión, incluido el apoyo financiero.

En realidad, sin embargo, nos damos cuenta de que estamos ante una «nueva primavera misionera», en un mundo que se está transformando con una rapidez jamás vista. Mirar al futuro con esperanza, por tanto, significa mirar la realidad con una mirada capaz de captar las novedades que la acción del Espíritu está infundiendo en la realidad. En otras palabras, estamos llamados a comprender «los signos de los tiempos», que no son los acontecimientos como tales o las condiciones sociales en sí mismas, sino la relación que tienen con respecto al Reino de Dios. La AM actual debe captar estos signos para buscar los lugares donde la acción de Dios pueda expresarse como salvación, con el fin de apoyarla y promoverla.

La revolución digital, con los nuevos medios de comunicación y las redes sociales, nos está desplazando, ya que requiere habilidades que, en general, aún no hemos adquirido. No se trata solo del aspecto tecnológico, sino del profundo cambio cultural que todo esto implica. Se trata de una forma diferente de comunicarse, que se refiere a un nuevo paradigma de comunicación. El mundo de la comunicación es considerado hoy como el «sexto continente» a evangelizar.

Sin embargo, frente a los nuevos y apasionantes desafíos de la AM, nos encontramos con serias dificultades dentro del Instituto, tanto en lo que respecta al empleo y la formación del personal en este campo, como en lo que respecta a la organización sistemática del servicio. Sobre todo esto, es necesario un cambio de ritmo, invirtiendo más personal y preparándolo para este servicio. Pero también es necesario crecer en la conciencia de que cada misionero es un animador misionero a partir del ministerio que le ha sido asignado y que cada comunidad está llamada a ser un centro de animación y espiritualidad misionera.

Es necesaria una organización sistemática de este ministerio, que apunte a la planificación y colaboración a todos los niveles y a la participación de diversas fuerzas y agentes pastorales. Todo esto requiere una preparación adecuada y actualizada, que a menudo es difícil de ofrecer, dada la falta de escuelas AM.

Una visión actualizada de la AM

Una visión actualizada de la AM sólo puede partir de la exhortación apostólica del Papa Francisco, Evangelii Gaudium, que afirma que «la acción misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia» (EG 15). Francisco quiere una Iglesia que «salga», que dé testimonio de «la alegría del Evangelio», partiendo de las periferias existenciales y geográficas, poniéndose del lado de los pobres. Toda realidad eclesial está llamada a vivir la misión, tanto con el anuncio directo de Cristo como con la promoción de la unidad del género humano y de la paz universal, porque la Iglesia crece por atracción y no por proselitismo (cf. EG 14).

En esta perspectiva, los límites entre la evangelización, la animación misionera y vocacional, y JPIC ya no son tan claros como antes, cuando la misión se enmarcaba en un paradigma geográfico. Si la misión es el anuncio del Evangelio y la promoción de los valores del Reino, la finalidad de AM es ser un estímulo para la Iglesia y la sociedad para defender la vida en todas sus dimensiones (CA ’09 n.180.2). Por lo tanto, la AM no puede dirigirse sólo al mundo católico.

Además, en el contexto actual, la misión y la animación misionera deben verse en la línea de colaboración entre las Iglesias, estimulando el conocimiento mutuo y la participación de las riquezas y diversidades de la Iglesia universal; la denuncia profética de toda injusticia y opresión; la formación de los agentes pastorales y del pueblo de Dios para que sean protagonistas de la transformación.

La AM, en particular, consiste en comunicar la pasión por la misión: no es más que «dar vida a la misión». No se trata de una actividad de marketing o de captación de recursos humanos, sino de la capacidad de implicar a la propia Iglesia en la misión universal.

En lo que se refiere al campo de acción, la AM se basa concretamente en cinco pilares:

  • espiritualidad misionera,
  • información crítica,
  • formación misionera,
  • solidaridad
  • promoción vocacional.

Por lo tanto, debe haber una dialéctica entre la colaboración y el servicio de la animación misionera en la Iglesia local – a través de las estructuras y programas diocesanos – y la contribución específica de la animación misionera comboniana.

Oportunidades para relanzar la AM

Si bien es un hecho innegable que los rápidos cambios que estamos experimentando están creando dificultades para nuestro compromiso con la AM, también es cierto que estas mismas transformaciones nos están ofreciendo oportunidades interesantes para un renacimiento de nuestro compromiso con este ministerio.

Un ejemplo sobre el cual reflexionó la Asamblea es el de la ecología integral, en el que el XIX Capítulo General identificó como un «eje fundamental de nuestra misión, que conecta las dimensiones pastoral, litúrgica, formativa, social, económica, política y ambiental» (CA ’22, 30). Obviamente, cuando decimos ecología integral no nos referimos solo al medio natural, sino a la totalidad de todas las dimensiones de la realidad (social, económica, política, cultural, espiritual, etc.). En el contexto actual, de hecho, están surgiendo seis importantes repercusiones de la ecología integral en la AM:

  1. La disolución de la frontera entre animación misionera y evangelización – La experiencia en varios continentes nos muestra la dificultad de distinguir estas dos dimensiones. Por ejemplo, el trabajo con los migrantes en Europa y el trabajo por la paz en América Latina es un compromiso con la evangelización de las personas en los márgenes de la sociedad y con la animación misionera de las comunidades cristianas en el territorio.
  2. La oportunidad de un punto de partida eficaz para llegar a los lejanos – Observamos que los temas relacionados con la ecología integral son una gran oportunidad para relanzar nuestra presencia territorial en ambientes alejados de la Iglesia o indiferentes a ella. Hay varias experiencias positivas en este sentido: programas de sensibilización en las escuelas, el desarrollo de caminos Laudato si’, la participación y el apoyo en iniciativas juveniles, contextos de diálogo intercultural e interreligioso.
  3. Convertirse en un puente entre mundos diferentes en vista del Reino – La ecología integral requiere combinar las dimensiones, situaciones y actores locales y globales del Norte con los del Sur del mundo. Son dimensiones difíciles de cumplir, en un mundo cada vez más polarizado. La AM se convierte en un factor importante en la unidad de la familia humana en vista del Reino de Dios, a través de la denuncia, la propuesta de un mundo alternativo, la implicación y colaboración entre actores diferentes y distantes, y el encuentro de los pueblos.
  4. Una dimensión más amplia de la oración misionera – La oración es un aspecto fundamental de la misión, sobre todo si da lugar a nuevos caminos en vista del Reino. Una experiencia significativa fue la de la campaña de oración en el período previo y durante la cumbre climática COP28, celebrada en Dubái en diciembre de 2023. A raíz de la exhortación apostólica Laudate Deum del Papa Francisco, que pedía a los líderes mundiales que mostraran valentía y auténtica conversión ecológica, se invitó a las comunidades cristianas a acompañar el proceso con una intensa oración, conscientes de que Dios puede tocar los corazones y las conciencias humanas.
  5. La materialización de nuevas formas de apoyo a la misión – Estamos entrando en una era en la que el apoyo de los benefactores del Norte Global está llegando a su fin. La animación misionera dirigida a evangelizar la economía, a través del desarrollo de cooperativas y empresas sociales, por ejemplo, mientras se promueve la autosuficiencia económica, la justicia social y la sostenibilidad ambiental, puede generar oportunidades para apoyar el ministerio misionero. Pero también existe la posibilidad de abrir nuestras estructuras comunitarias y hacerlas abiertas y disponibles para el propósito de la ecología integral. Contamos con diversas experiencias en este sentido, que a la vez que hacen que nuestra presencia en la zona sea relevante y profética, hacen sostenible la gestión de nuestras instalaciones.
  6. El desarrollo de programas pastorales sobre ecología integral – Se constata que a menudo la dimensión de la ecología integral y el magisterio social del Papa Francisco no se incluyen en los programas pastorales, o no encuentran salidas concretas de aplicación. Por lo tanto, es necesario desarrollar y promover programas basados en la metodología del «ciclo pastoral», con el objetivo de sensibilizar a las comunidades cristianas sobre la ecología integral -a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia- para integrarla en su camino de fe y hacerlas protagonistas en el proceso de conversión ecológica.

EL VÍNCULO DE LA COMUNICACIÓN Y EL MUNDO DIGITAL

El Instituto siempre ha estado involucrado en el campo de la comunicación a través de las revistas misioneras. En la actualidad, el Instituto cuenta con 24 publicaciones, 7 de las cuales están dedicadas a niños y jóvenes. Es un trabajo y compromiso editorial impresionante, que hoy tiene que hacer frente a cambios socioculturales y comunicativos que requieren nuevos lenguajes y habilidades. La mayoría de las circunscripciones han desarrollado iniciativas en el mundo digital, a través de sitios web, redes sociales, programas de radio y otras iniciativas comunicativas y culturales. Sin embargo, todavía hay acciones muy dispersas: hay grandes posibilidades de colaboración, intercambio de materiales y habilidades, y la coordinación a nivel continental aún por probar. El reto es doble: por un lado, está la cuestión de la insuficiencia del personal que trabaja en este sector, tanto desde el punto de vista cuantitativo como desde el punto de vista cualitativo de las competencias y especializaciones; por otro lado, está el aspecto de la planificación sistemática de este servicio y de dar continuidad. Por ejemplo, a menudo hay un desajuste entre el discernimiento – por ejemplo, las decisiones capitulares – y la planificación en las circunscripciones. Se necesita un plan de comunicación sólido y consistencia en su implementación, programación para especializaciones y una sólida colaboración a nivel continental. Esto incluye la cooperación recíproca en la planificación y realización de actividades misioneras con la Familia Comboniana (FC), con las organizaciones de las que somos miembros – como Africa Europe Faith and Justice Network (AEFJN) y VIVAT International, o con organizaciones eclesiales como REPAM, REBAC, CLAR, etc. – con la Iglesia local, con otras fuerzas eclesiales y civiles, y con las circunscripciones combonianas a nivel continental, especialmente en el campo de la misión, la animación misionera, la producción editorial y la difusión de información a través de los medios de comunicación.

En la reflexión de los grupos, se reafirmó que la Animación Misionera no se puede improvisar y, por lo tanto, para llevar a cabo bien este ministerio, es necesario, entre otras cosas:

  • elegir cohermanos y laicos preparados con competencia profesional, pasión misionera y una sólida espiritualidad, capaces de trabajar y compartir información a nivel de circunscripción y continente, en colaboración con la Familia Comboniana, otros institutos y las Iglesias locales;
  • trabajar en equipos que dispongan de un plan de comunicación para los distintos medios de comunicación internos y externos, aprobado y acompañado por los superiores de circunscripción;
  • motivar a los cohermanos y a las comunidades combonianas a leer, utilizar y difundir nuestros medios de comunicación y animación misionera;
  • valorar todos los medios, incluidos los digitales, para crear una red confiable de amigos y benefactores.

Rutas Continentales

Uno de los objetivos de la Asamblea General de la AM (AGAM) fue iniciar caminos continentales y de colaboración, porque el relanzamiento de la AM requiere «crear un sistema», crear sinergias, compartir recursos, experiencias, habilidades.

Por lo tanto, la Asamblea trabajó en grupos continentales (África, América-Asia, Europa) y en un grupo de reflexión que incluía a la Familia Comboniana. A partir de lo que surgió durante el transcurso del trabajo y que interpeló a los participantes con referencia a sus contextos, cada grupo identificó algunos caminos compartidos a seguir y promover para dar seguimiento a AGAM.

Concretamente, se han propuesto iniciativas de colaboración, empezando por actividades que actualmente parecen prioritarias:

  • En Europa, la atención se centra en la formación específica de los animadores misioneros y en la colaboración con la Familia Comboniana y otras asociaciones, especialmente los laicos y los jóvenes. Se sugiere ofrecer un curso para animadores misioneros en Europa para 2025, para desarrollar diversas habilidades con vistas a un relanzamiento de este servicio. También pretende dar visibilidad a iniciativas colaborativas como la FC y «celebrarlas», y promover un proyecto común a la FC en la AM en cada circunscripción.
  • En América-Asia, se hizo hincapié en el desarrollo y el uso de los medios digitales y en la preparación del personal comboniano para esta tarea. Se propone una colaboración más cualificada en el trabajo de la AM a nivel de circunscripciones y a nivel continental, y se sugiere preparar a los laicos e involucrarlos en los medios de comunicación, también para dar más continuidad a este servicio.
  • En África, se han propuesto dos iniciativas de colaboración:
  • el intercambio de material de AM, incluida la elaboración de un sitio web de animación para cada provincia;
  • la organización a nivel continental de un programa de formación en misionología y comunicaciones para la AM.

Conclusión

La evaluación de AGAM por parte de los participantes fue en gran medida positiva. Se puso de manifiesto que, a pesar de la diversidad de situaciones y necesidades de las circunscripciones, todos los participantes encontraron un tratamiento satisfactorio de aspectos que les resultaban significativos, en un clima de fraternidad y confianza mutua, que favoreció un diálogo sereno, franco y abierto en el que cada persona se expresó libremente, se sintió acogida y escuchada por el grupo.

Se destacó que la Asamblea no era un acontecimiento en sí mismo, sino una etapa de un camino que había que hacer juntos, que comenzaba con la elaboración preliminar del mapa (censo) de la AM y que abría a caminos continentales que ahora se propondrían, iniciarían y acompañarían.

Estamos comenzando de nuevo con entusiasmo y con la conciencia de que hay muchas posibilidades para relanzar el servicio de AM en las circunscripciones y continentes.

Finalmente, nos complace compartir el folleto resumen del trabajo de AGAM, para promover el intercambio y la reflexión sobre la AM a nivel comunitario, de circunscripción y continental.

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