AFRODESCENDIENTES HISTORIA Y REALIDAD

«Nos comprometemos a promover, en las Iglesias locales donde estamos presentes, iniciativas en tal sentido y animamos a los hermanos ya comprometidos en la pastoral afro a seguir con este importante servicio en el espíritu de San Daniel Comboni” (2015 – AC, 45.9). A continuación, veremos que significa afrodescendientes, su realidad donde están ubicados, como están organizados y algunos desafíos para los Misioneros Combonianos en el Continente.

Los afrodescendientes en las Américas y el Caribe superan los doscientos millones, según los informes de la ONU. Estamos en la mitad del Decenio de los Afrodescendientes y confrontado con las aspiraciones de la Declaración y el Programa de Acción de Durban, constituyen un marco amplio de las Naciones Unidas y una base sólida para la lucha contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia, pero todavía queda largo camino por recorrer. El Capitulo General de los Misioneros Combonianos al respecto escribe: “Reconocemos como un signo de los tiempos la decisión de la ONU de celebrar un Decenio internacional de los afrodescendientes (2015-2024), que tiene como tema: “Afrodescendientes: reconocimiento, justicia y desarrollo”. Nos comprometemos a promover, en las Iglesias locales donde estamos presentes, iniciativas en tal sentido y animamos a los hermanos ya comprometidos en la pastoral afro a seguir con este importante servicio en el espíritu de San Daniel Comboni” (2015 – AC, 45.9). A continuación, veremos que significa afrodescendientes, su realidad donde están ubicados, como están organizados y algunos desafíos para los Misioneros Combonianos en el Continente.

Decenio y afrodescendientes

La ONU declaró: “Los afrodescendientes de todo el mundo, ya sean descendientes de las víctimas de la trata transatlántica de esclavos o migrantes más recientes, constituyen algunos de los grupos más pobres y más marginados”. Por qué la ONU los juzga una minoría vulnerable que debe ser favorecida (o reparada), y por qué declaró el Decenio de los Afrodescendientes, lo manifiesta a continuación “Los estudios realizados por organismos internacionales y nacionales, y las conclusiones extraídas de esos estudios, demuestran que los afrodescendientes todavía tienen un acceso limitado a servicios de educación y salud de calidad, a la vivienda y la seguridad social. En muchos casos, su situación sigue siendo en gran medida invisible, y no se han reconocido ni se respetan de manera suficiente los esfuerzos de los afrodescendientes para obtener reparación por su condición actual. Con demasiada frecuencia son objeto de discriminación en la administración de justicia y se enfrentan a tasas alarmantes de violencia policial, así como a la aplicación de perfiles delictivos en función de la raza. Además, son bajos sus niveles de participación política, tanto a la hora de ejercer el voto como en el ejercicio de cargos políticos”.

El Decenio de los Afrodescendientes acabará en 2024. Para conseguir mejores resultados es imprescindible una evaluación, para luego ofrecer propuestas. Es lo que hizo en su relación a la ONU Michelle Bachelet, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en Ginebra, el 13 de marzo de 2020, manifestando: “El racismo vulnera todo lo que defendemos y todo lo que hacemos. Por eso todos tenemos la obligación de combatirlo. En 2001, en la Declaración y Programa de Acción de Durban se reconoció el hecho de que los pueblos afrodescendientes siguen padeciendo las secuelas de la trata de esclavos y el colonialismo. En realidad, en el mundo entero -tanto si son descendientes de aquellos esclavos o si son migrantes recientes- los afrodescendientes padecen actitudes discriminatorias intolerables y conforman algunos de los grupos sociales más pobres y marginados”. Añadió: Confío en que los Estados establecerán pronto el Foro Permanente sobre los Afrodescendientes, cuya creación esperamos desde hace algún tiempo. Entre otros cometidos, el Foro Permanente podría coordinar la elaboración de un anteproyecto de declaración de las Naciones Unidas que promueva el respeto pleno de los derechos humanos de las personas afrodescendientes. Frente a esta situación el movimiento negro en el Continente ha ido reforzándose y luchando para conseguir los objetivos del decenio. Enfrenta el racismo y sus consecuencias”.

El Decenio ha dado visibilidad a los afrodescendientes y a la problemática que los envuelve en los diferentes países de América y Europa donde están presentes. Tenemos suficiente información de varios países en donde los estudios realizados demuestran que una transformación de la sociedad es necesaria para ofrecer una vida digna y participación ciudadana a los afrodescendientes y a los “condenados de la tierra” en general, como diría Franz Fanón.

¿Dónde viven y cuantos son los afroamericanos?

Debido a procesos históricos relacionados con el comercio de esclavos y las necesidades y demandas de las economías coloniales por el trabajo esclavo ayer y por la necesidad de mano de obra barata hoy, la distribución de los afrodescendientes es altamente desigual a lo largo de la región.

Un informe oficial aporta algunos datos interesantes: En América Latina, Venezuela tiene la proporción más grande de afrodescendientes (55 por ciento), donde los ‘morenos’ representan más de 50 por ciento de la población total, seguido de Brasil (51 por ciento), donde los ‘pardos’ representan casi 43 por ciento del total. A Venezuela y Brasil les siguen Colombia y Cuba (alrededor de 10 por ciento cada uno), Panamá (9 por ciento), Uruguay y Costa Rica (8 por ciento), Ecuador (7 por ciento) y Nicaragua (3 por ciento).

Entre los países restantes para los que tenemos información, los afrodescendientes representan el 2 por ciento del total en Perú, el 1.4 por ciento en Honduras, el 1.2 por ciento en México, el 0.4 por ciento en Argentina, el 0.2 por ciento en Bolivia y el 0.1 por ciento en El Salvador. Los datos son oficiales de censos nacionales o de otras fuentes, aunque las organizaciones afrodescendientes no siempre están de acuerdo con las estimaciones oficiales y en países donde las variables afrodescendientes no se han incluido en los censos, como Chile, han hecho sus propias estimaciones.

En cuanto a ubicación y acceso a servicios a nivel nacional, la distribución geográfica de los afrodescendientes es similar a la del resto de la población en la mayoría de los países. Esto significa que los afrodescendientes son predominantemente urbanos, al 82 por ciento, ligeramente arriba del promedio regional o sea el 80 por ciento En algunos países  los afrodescendientes tienen una proporción considerablemente mayor de residentes urbanos que sus connacionales por ejemplo 87 por ciento frente versus 63 por ciento para Panamá y 75 por ciento frente a 62 por ciento en Ecuador, mientras que en la mayoría de los países restantes la distribución tiende a ser similar o ligeramente superior al promedio nacional.

Los afrodescendientes van tomando protagonismo a través de las organizaciones que fortalecen el movimiento negro en el continente. Tratan de canalizar las exigencias y protestas y reivindicaciones del pueblo afro a lo largo y lo ancho de América a nivel nacional, como el Movimiento Nacional Cimarrón y el Proceso de Comunidades Negras en Colombia en Colombia, el congreso nacional de organizaciones negra de Ecuador, el Movimiento Negro Unificado de Brasil, sin olvidar organizaciones de mujeres negras como CONAMUNE en Ecuador, Kambirí en Colombia, Geledés, Fala Crioula en Brasil entre otras y la Red de Mujeres Afrolatinoamericanas, Afrocaribeñas y de la Diáspora. Han logrado colocar representantes en Congresos y Senados, en la administración pública e incluso en la Vicepresidencia, como en el caso de Epsy Campbell en Costa Rica, aunque no siempre hayan apoyado luego la causa afro.

La Iglesia, en general, ha dado su aporte y los Misioneros Combonianos no han estado ausentes, acompañando el movimiento y también colaborando en su tiempo con organizaciones que han dado su fruto, como el Movimiento Afroecuatoriano Conciencia en Ecuador. Pero, en general, cuesta a los agentes de pastoral confrontarse y colaborar a nivel político y social en los diferentes ambientes. Por su parte el superior general P. Tesfaye Tadesse con su Consejo nos anima: “para encontrar una base común de colaboración, establecer alianzas con la sociedad civil y con todos los grupos afro que trabajan por la justicia, encontrar formas y métodos de la intervención misionera que estén verdaderamente inculturados, sin olvidar que los pobres son nuestros «compañeros de camino y nuestros maestros» ( A C ‘ 15, N. 26); se trata, pues, de establecer una pastoral Afro, en la que escuchamos el grito del pueblo Afro y en el que se convierten más y más en los protagonistas en su lucha y en su compromiso de cambiar su situación de marginación”( Roma 19/6/2018).

Últimamente se nota un estancamiento en algunos sectores del movimiento afro. Los procesos de alianzas entre organizaciones afro e indígenas con los movimientos sociales, parece que se han frenado frente a las dificultades internas y externas.

Está aumentando una reacción contra las políticas afirmativas de varios gobiernos a favor de los afros, que se manifiesta en duros ataques en la prensa y también en los Congresos de parte de ciertos sectores, que se creen afectados, como en Brasil. Se dan repuntes coyunturales de reanimación sociopolítica, por ejemplo en ocasión de elecciones políticas, como ha pasado en Costa Rica con la vicepresidenta Epsy Campbell y en países como Ecuador y Perú donde algunas figuras afros han ganado curules.

Uno de los principales motivos de decepción de varios líderes y de la gente de base es ‘la falta de unión’. Entre muchas razones anotamos motivos históricos, ya que se pasó de la esclavitud a la libertad en tierras baldías, aisladas, evitando toda forma de organización, vista como condicionamiento.

La desconfianza en la acción de los gobiernos por parte de las comunidades negras está justificada por la falta de atención a todo nivel. Y muchas veces se ligan a ONGs y otras instituciones nacionales e internacionales que ofrecen ayudas inmediatas, volviéndose a veces dependientes. Algunos líderes, una vez llegados al poder, en ocasiones se han desentendido de los problemas de sus comunidades. En otras ocasiones, algunos líderes afro se han dejado tentar por el aprovechamiento y la corrupción.

Por lo general en la actualidad el interés de los lideres afro está concentrado en los proyectos productivos o que de alguna forma den dinero para subsistir como organizaciones. También se da la búsqueda del poder político-administrativo, aprovechando la comunidad y la organización negra para fines que a la larga resultan personales. La juventud afro quiere romper con ciertas prácticas y buscar otros caminos.

Es una realidad que las Comunidades Negras de América y el Caribe están todavía marcadas por la pobreza, la desigualdad, la discriminación y el racismo. Los lideres negros de cada país confirman que últimamente los problemas han aumentado también por la pandemia del COVID 19.  Por ejemplo, la violencia policial no se da solo en Estados Unidos, sino que es una plaga en todo el continente.

Son desafíos que, como Iglesia y como Misioneros Combonianos, debemos enfrentar junto con la promoción humana integral, el desarrollo sostenible y la ecología integral a fin de este mundo se comprometa por la casa común, en donde todas y todos nos reconozcamos hermanos, tal como nos recuerda la encíclica “Fratelli Tutti”.

P. Rafael Savoia

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